Con el ánimo de simplificar, podemos entender a la Gestión del Conocimiento desde tres perspectivas a la vez: como un paradigma, como un modelo y como un instrumento. Un paradigma porque se constituye como un nuevo punto de partida o enfoque para abordar los conceptos, las formas y los métodos de aprehensión del conocimiento en cualquier territorio de la actividad humana; un modelo porque se plantea como una nueva disciplina que nos provee con la organización, los métodos y las herramientas necesarias para aprovechar la aprehensión del conocimiento en la sociedad compleja que hoy habitamos; un instrumento porque echando mano de sus principios básicos tenemos a nuestra disposición un apoyo invaluable para organizar nuestro manejo de la información y los procesos de construcción de conocimiento.
El objetivo central de la Gestión del Conocimiento es facilitar la adquisición, generación, desarrollo, mantenimiento, organización, acumulación, sistematización, intercambio, promoción y difusión del conocimiento; en el caso que nos ocupa, el conocimiento que las redes sociales ya mencionadas requieren para potenciar el desarrollo humano mediante la educación, la formación y la capacitación de los individuos, los grupos y las organizaciones.
Los valores cívicos, el ejercicio consciente de la tolerancia y la promoción de la ética personal, profesional y social condicionan permanentemente las acciones de estas redes. Entre todas ellas, en la Internet destacan las redes de las “comunidades libres”, en las que el viejo y temido hacker de finales del siglo XX se desenvuelve como un cibermilitante social cuyas principales armas de combate político son la educación y, por supuesto, las Nuevas Tecnologías de la Información y el Conocimiento (NTIC).
Para el logro de sus objetivos, las nuevas redes sociales de solidaridad (originadas en su mayoría en el movimiento del software libre y en redes previamente existentes fuera de la “virtualidad”) operan infraestructuras y proyectos colectivos ampliamente incluyentes, en los que los sujetos objetivo de sus acciones —cualquier usuario de la Red de Redes— pueden participar en la apropiación amplia y continua de los beneficios de las culturas locales, nacionales e internacionales, en todas sus vertientes, humanísticas, científicas, religiosas, sociales, étnicas, económicas, etc.
El fin último de este tipo de redes: ofrecer a cualquiera los elementos necesarios para participar en la conformación de una sociedad más igualitaria, mejor educada y practicante de valores éticos que la impulsen hacia la solidaridad, el perfeccionamiento de la civilidad, el fortalecimiento del tejido social y la vivencia del sentido humanista de la existencia.
A través de la apropiación y redistribución de la información y el conocimiento, desde las nuevas redes sociales basadas en el uso solidario de las NTIC, individuos, organizaciones, grupos, comunidades y sociedades enteras demuestran que mediante la utilización sensata de estas herramientas es posible:
En ese contexto, la casi totalidad de las nuevas redes sociales basadas en el trabajo por el desarrollo comunitario estimulan y propician el uso ético y social de los medios masivos de comunicación por parte de todos los involucrados en su manejo, como periodistas, actores, productores, realizadores, directores, comercializadores y usuarios, entre otros.
En los mejores casos (sin asumir partido o militancias particulares y al margen de la ideologización de sus acciones), desde esta clase de redes sociales infinidad de individuos impulsan iniciativas que apuntan a diversos sentidos fortalecedores de la seguridad humana, que inciden desde todo tipo de acciones. Por ejemplo:
Es claro entonces que, así como pueden servir para perfeccionar la explotación del hombre por el hombre y reforzar el control de los individuos y las sociedades, las NTIC también pueden potenciar el desarrollo individual y colectivo. Todo depende del uso que se les dé y de los contenidos que se transmitan por sus canales de distribución. Una de las principales pruebas de ello es el uso que las redes mencionadas dan a estas tecnologías para extender la socialización del conocimiento.
Podemos afirmar sin duda alguna que el abatimiento de costos que ofrecen en muchos procesos, así como su enorme capacidad para conjuntar el trabajo de redes humanas y redes tecnológicas (como la integración que hemos venido mencionando), califica a las NTIC como medios idóneos para la Gestión del Conocimiento. Por primera vez esa gestión puede estar realmente en las manos de la sociedad misma, desde el plano individual hasta el comunitario. Las redes sociales representan uno de los canales más importantes para lograrlo.
VIDEOCOMPLEMENTO
Gestión del Conocimiento
(Una visión completa de la instrumentación del modelo en la empresa como organización, perfectamente transferible a cualquier tipo de organización, desde el ámbito individual y una red de trabajo académico hasta una institución completa, académica o gubernamental)
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Fotografía del post: "PopArt", por Robert van der Steeg.
Algunos derechos reservados, bajo una licencia Creative Commons.