Publicado por Isabel Ardanaz Salaberri
04/07/2009
«Así son las escuelas finlandesas: uno ve una y las ha visto todas». Lo dice con orgullo Anna Mikkonen, vicedirectora del colegio Kilonpuisto de Espoo, ciudad dormitorio a las afueras de Helsinki. Y, a juzgar por lo que hay esta mañana a su alrededor, uno desea que la frase sea cierta. No sólo por los recursos a la vista -todas las aulas tienen proyector, ordenador, conexión a internet y encerado inteligente- sino por la filosofía del centro.
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